Mosman Dental Surgery | MOSMAN

Muchos pacientes tienen grandes restauraciones de amalgama, especialmente en la parte posterior de la boca. Muchas de estas han estado allí durante muchos años.

La amalgama fue durante mucho tiempo el material restaurador de elección porque era económica, fácil de manipular y muy duradera. Sin embargo, las restauraciones de amalgama tienen algunas desventajas: al ser metálicas, se expanden y contraen ligeramente con los cambios de temperatura en la boca. Además, se retienen mecánicamente, a diferencia de los composites modernos a base de resina que se adhieren químicamente al diente. Esto significa que, para colocar una amalgama, se debían realizar cavidades con retenciones o socavados grandes en el diente.

Ambos factores —la expansión/contracción y el diseño de la cavidad— provocan que, con el tiempo, la restauración de amalgama ejerza mucha tensión y estrés sobre el diente natural. Esto suele hacerse visible en forma de líneas de fractura. El diente puede no presentar síntomas y el paciente puede estar completamente ajeno al problema potencial, hasta que ocurre una fractura. A veces, solo se rompe una cúspide o una esquina del diente, lo que se puede reparar fácilmente; otras veces, la fractura es catastrófica y requiere la extracción del diente y su posterior reemplazo.

Como paciente, tienes dos opciones una vez que se identifica un diente con grietas:

Monitorear el diente cuidadosamente, tomando fotografías en cada cita para observar posibles cambios.

Tomar un enfoque más proactivo, eligiendo restaurar el diente con un material cerámico tras eliminar tanto la amalgama deteriorada como las grietas. Este enfoque prácticamente garantiza la protección del diente y reduce significativamente el riesgo de fractura y extracción.

La prevención en odontología, especialmente en relación con los dientes agrietados, es realmente la mejor solución.

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